OTRO PUNTO DE VISTA AL "QUÉ PONGO EN EL PLATO"

Desde años se ha planteado la relación con la comida desde un único punto de vista, qué pongo en el plato. Y si no comes lo que hay que poner en el PLATO, es que NO TIENES FUERZA DE VOLUNTAD!!! 

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Y desde nuestro punto de vista, ha habido una gran injusticia con las personas que tienen una mala relación con la comida, y es que se les ha ofrecido una única solución y además se les ha culpabilizado por no lograrla.

Las personas sufren porque quieren seguir dietas restrictivas, quieren eliminar o reducir las cantidades de los alimentos prohibidos, pero como una y otra vez hay algo (zona oscura) que les hace volver a consumirlos, entran en un círculo de más control (rigidez), frustración (“yo no soy capaz de conseguirlo”), agotamiento e incluso culpa.

¿Y si aquí el tema no tiene que ver tanto con lo que ponemos en el plato ni con la fuerza de voluntad? ¿Y si primero tomamos consciencia de nuestra relación con la comida?

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Pues como el protagonista del chiste ¿No será que estamos buscando la solución en el sitio más fácil? Sólo dónde hay luz: en el PLATO. 

El método Atrévete a comer​ (MB-MAC) supone un cambio de paradigma, nos centramos poner luz a la “zona oscura” y desconocida de la persona, y no en controlar lo que se pone en el plato.

No trabajamos con “tener que renunciar” al placer de comer ¡todo lo contrario! aprendemos a disfrutar plenamente de la comida, sin lista de alimentos prohibidos, sin luchas, sin nada que “debas” controlar. Precisamente, es común oír de nuestros exalumnos/as que disfrutan y saborean más la comida.

Aquí nos centramos en la PERSONA que está sentada ante el plato: en las sensaciones, emociones y pensamientos que ella tiene sumadas a la comida y que en realidad nada tiene que ver con el placer de comer, para que pueda “desvincularlas”, si es lo que quiere la persona.

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El programa MB-MAC está diseñado para que nuestros alumnos/as logren mantener una relación sana con la comida, lo que implica comer con hambre física, escogiendo libremente los alimentos en base a sus preferencias y a la energía saludable que les aporta (y no por sus calorías); y abordando el hambre emocional.

Y una vez sepamos estar ahí, delante del plato, ya podremos introducirnos en el maravilloso mundo de “Qué pongo en el plato”


Por Mónica Fernández Pérez